Ya en el año 2014 Tadas Maksimoves, un artista lituano, creó un proyecto en el que utiliza su propio cabello como cuerdas de un violín. El cabello, que permanece adherido a su cabeza, se empapa en pegamento, se pasa por un violín y se toca. Tal cual.
El artista se había fijado en algunas campañas publicitarias en las que se había reemplazado el pelo de caballo de un arco con cabello humano. Le pareció inspirador, pero no lo estaban haciendo correctamente: la música proviene de las cuerdas, no del arco. Es así como decidió hacer el experimento de crear cuerdas de violín con cabello humano.
Para ello, Maksimoves solicitó la ayuda de Eimantas Belickas, uno de los mejores violinistas de Lituania. Sabía que tenía la mente lo suficientemente abierta como para involucrarse. Le gustó la idea y unos días después acordaron una cita. Realizaron pruebas previas con extensiones de cabello reales y pegamento. Al comienzo no estaban seguros de cómo reaccionaría el cabello al pegamento. ¿Sería lo suficientemente fuerte como para hacer un sonido?
El resultado es que el cabello sí logra producir sonido y es bastante parecido al sonido que emite un violín común con cuerdas metálicas, aunque el cabello no pueda estar tan tenso como lo estaría una cuerda de metal.
Pero, ¿por qué no sirve el cabello humano para fabricar arcos?
Según expertos, el cabello humano tiene una estructura diferente y es más débil y delgado que el cabello de caballo. El pelo de caballo es largo y grueso (relativamente), fuerte y tiene una superficie áspera ideal para la colofonia. El anuncio publicitario que probablemente inspiró a Tadas Maksimoves fue lanzado en el año 2013, queriendo demostrar las propiedades fortalecedoras de un acondicionador diseñado para frenar la caída del cabello.