Generalmente todo violinista suele cubrir un repertorio de obras clásicas, barrocas y románticas durante sus años de estudio, que suelen ser establecidas por el programa educativo o por el profesorado. Estas obras se consideran fundamentales y es muy probable que además formen parte del repertorio obligatorio para concursos y puestos de trabajo en las orquestas más reconocidas. Hablamos, por ejemplo, de los conciertos para violín de Mozart (cualquiera de ellos), las sonatas de Bach y conciertos de estilo romántico como los de Mendelssohn, Bruch, Wieniawski, etc… o bien algún capriccio de Paganini, como pieza técnica.
Pero lo cierto es que existen muchos más compositores y muchas más obras para solo de violín, aún sin contar el período a partir del s. XX.
Hoy hemos seleccionado algunas piezas no tan conocidas pero igualmente extraordinarias y bellas. Quizás las conozcas todas, o puede que ni siquiera te suenen, en cualquier caso te invitamos a echarles un ojo (y un oído):
Sonatas del Rosario o Sonatas de los Misterios, de Heinrich Ignaz Franz Biber (1684)
Sonata para violín y piano de Amy Marcy Cheney Beach (1896)
Sonata de César Franck, escrita en 1886 como regalo de cumpleaños para el violinista y compositor Eugène Ysaÿe.
Melodía Hebrea de Joseph Achron (1911)
Sonata No. 6 («Manuel Quiroga») de Ysaÿe (1923)
Spiegel im Spiegel (Espejo en Espejo) escrita por Arvo Pärt en 1978
Si quieres conocer las partituras de obras para violín, puedes visitar la página imslp
2 comentarios sobre “Obras para violín que no son tan conocidas”