Pablo Sarasate, originalmente llamado Martín Melitón de Sarasate y Navascuéz, fue un violinista virtuoso y compositor. Nació el 10 de marzo de 1844 en Pamplona, provincia de Navarra, España. Era hijo de Javiera Navascuéz y Miguel Sarasate, violinista militar. Sarasate inició su formación musical con su padre, adquiriendo así habilidades musicales desde muy temprana edad. Posteriormente continuó sus estudios en Galicia, donde comenzó a actuar como un joven virtuoso, habiendo dado su primer recital a los siete años. Cuando cumplió nueve años, Sarasate marchó a Madrid para continuar sus estudios de violín con el maestro Manuel Rodríguez, concertino del Teatro La Zarzuela. Durante estos años, la fama de Sarasate llegó hasta la Reina Isabel II de España, quien, en señal de admiración, le obsequió un violín Stradivarius y le ofreció una beca para continuar sus estudios en Francia.
En 1856 Sarasate fue a Bayona, Francia, pero rápidamente ganó popularidad en París, donde tenían lugar los eventos musicales más importantes de la época. Allí comenzó a estudiar en un conservatorio y también asistió a lecciones del famoso compositor y violinista Delphin Alard. A la edad de 12 años, Sarasate ganó el premio al estudiante más exitoso del Conservatorio de París.
Desde 1859 y en los años siguientes comenzaron las giras internacionales de Sarasate. Viajó a Gran Bretaña, Alemania, Portugal, Cuba y Rusia como solista. Su fama se extendió rápidamente por todo el mundo y pronto los más grandes compositores del momento comenzaron a crear obras dedicadas a este nuevo talentoso violinista español, apellidado Sarasate. Algunas de estas obras famosas son, por ejemplo: “Introducción y Rondo Capriccioso” y Concierto para violín n.º 1, op. 20 de Camille Saint-Saëns, “Sinfonía española” op. 21 de Edouard Lalo, Concierto para violín n.º 2 op. 22 de Henrik Wieniawski, Concierto para violín n.º 2 op. 44 de Max Bruch y otros.
En 1878 Sarasate cambió su nombre de Martín Melitón a Pablo. Le encantaba pasar las vacaciones de verano en su Pamplona natal y celebrar San Fermín con sus seres queridos. Fue invitado a menudo a celebraciones oficiales como principal solista y representante musical. Estas vacaciones de verano rodeado de la cultura española local inspiraron al autor a escribir su colección «Danzas españolas». En 1879 Pablo Sarasate creó en Navarra el primer grupo sinfónico español que lleva su nombre y que aún hoy sigue activo.
Sarasate murió el 20 de septiembre de 1908 en la ciudad de Biarritz, Francia, luego de una grave enfermedad pulmonar. Dejó numerosas contribuciones al arte. Fundó un conservatorio y una orquesta en Navarra que llevan su nombre. Además, Pablo Sarasate donó su violín Stradivarius al Conservatorio de Madrid. Asimismo, donó una suma de dinero que fue invertida y destinada a premios del concurso de violín. En 1910 se llevó a cabo el primer Concurso Nacional de Violín Pablo Sarasate, que continúa hasta el día de hoy.
Obras
Pablo Sarasate compuso más de 50 obras. Algunas de las más famosas son: “Aires Gitanos” opus 20, “Capricho Vasco” opus 24, “Fantasía sobre Temas de la Ópera Carmen” opus 25, “Serenata Andaluza” opus 28, “Bolero” opus 30, “Navarra” opus 33, «Introducción y Tarantella» opus 43 y otros.
Influencias del folclore español en las obras de Sarasate
A finales de 1877, Sarasate fue contratado por el publicista alemán Fritz Simrock para componer su colección de «Danzas Españolas». Para ello, Sarasate realizó una selección de canciones del folclore popular de España. Por esta razón los nombres de las obras corresponden a bailes populares de distintas zonas de España y Cuba. Esta recopilación de canciones populares también se realizó en otros países a finales del siglo XIX, siguiendo el ejemplo ruso con Rimsky-Korsakov, Hungría con Brahms, Finlandia con Sibelius, República Checa con Dvořák, Francia con Saint-Saëns o Noruega con Grieg. Muchos países han participado en la corriente llamada «nacionalismo musical», que presenta la música popular de todos los rincones del mundo a través de espectaculares obras solistas y sinfónicas. Este movimiento forma parte del periodo del Romanticismo y surgió a raíz del concepto de nación aparecido en el siglo XIX. Este estilo se expresa en la búsqueda y presentación de la identidad nacional. Pablo Sarasate, como muchos otros compositores de la época, participó activamente en la selección de música folclórica, así como en la composición de obras con temas folclóricos destacados.
Se dice que el folclore español de finales del siglo XIX estaba directamente relacionado con el género musical flamenco. Por este motivo, la combinación de escalas mayores y menores junto con escalas de estilo andaluz se puede encontrar a menudo en las obras de Pablo Sarasate. Para comprender esta elección melódica del autor es necesario analizar la estructura y armonía utilizadas en el flamenco.
La música flamenca es una selección de diversos cantos populares característicos de la etnia gitana del sur de España en el siglo XVII, consistente en interpretación vocal y palmas, sin acompañamiento instrumental. Las propias canciones tuvieron su origen en las diferentes culturas presentes hasta entonces en la Península Ibérica.
Desde 1860 En 1910, el flamenco se desarrolló añadiendo instrumentos a la interpretación vocal. Se convirtió así en el principal género representativo de la música española en todo el mundo. Esta época coincide con la vida de Pablo Sarasate, por lo que se puede establecer una asociación directa entre la obra de Sarasate y la música flamenca.
Cada canción del género Flamenco se puede clasificar según la escala o tono en el que se interpreta. Así se sabe que canciones del tipo Seguidilla, Marinette, Polo o Bambera fueron escritas al modo andaluz; Los romances están escritos en modo frigio o tono mayor; y las canciones denominadas Malagueñas, Tarantas, Granainas o Fandangos suelen escribirse en modo andaluz o tono mayor.
Pero además del flamenco, Sarasate ha realizado una selección de canciones populares originarias de otras zonas de España. Algunas de las obras de Sarasate, como la Jota Navarra, son características de las zonas del norte y no están tan directamente relacionadas con el flamenco. Suelen escribirse en tonalidades mayores o menores, a diferencia del modo andaluz (también llamado frigio), que suele estar presente en el flamenco.
El grupo de obras «Danzas Españolas» incluye dos piezas denominadas «Habanera», que representan el estilo musical cubano imperante en La Habana en ese momento.
Otro conocido ejemplo de Habanera es la famosa aria de soprano de la ópera Carmen, que también se encuentra en la Fantasía de Carmen de Sarasate. (* Un hecho destacable es que esta aria en particular fue compuesta en 1850 bajo el nombre «El Arreglito» por el compositor español Sebastián Iradier y más tarde la melodía fue agregada a la ópera Carmen en 1875, con modificaciones en el libreto.)

Para finalizar, te dejamos con la pieza «Zapateado» perteneciente a la colección de obras «Danzas Españolas» , interpretada por Midori Gotō, esperamos que la disfrutes



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